EL DÍA DE
CALOR Y SOFOCACIÓN INFERNAL, QUE LAS PROSTITUTAS DEL BARRIO DE LA CURVA DE CODAZZI, CESAR,
SE LEVANTARON EN HUELGA GENERAL, CONTRA EL PODER MUNICIPAL.
Después de una reposada siesta, en su
paradisíaca hamaca, en la
Hacienda Mal Kun, Municipio de Chiriguaná — Cesar; Arthur
Milis, Ingeniero Agrónomo, Especializado en Algodón de Exportación, Capataz en
la opulenta Propiedad; mirando fijamente las Avionetas de Fumigación, con
perturbadora y sombría intranquilidad, frente al extenso cultivo de algodón de
más de quinientas hectáreas, acompañado de sus trabajadores, habitantes del Sur
del Cesar y otras geografías del Caribe colombiano; expresó en voz alta y
honrada: “en poco tiempo, los hombres de Codazzi y de toda esta comarca,
resultarán impotentes, estériles, infecundos sexuales; y, ni con ayuda de
horquillas, ni estimulantes, conseguirán la erección, potencia y firmeza del
pene.
No podrán hacer el amor a las ardientes y tiernas mujeres de ésta
comarca, que también serán afectadas por los tóxicos venenosos, hormonal y
psicológicamente. Vendrán tiempos de muchas malformaciones congénitas y
cultivos de cáncer tumorales y de piel; aparecerán enfermedades venéreas
dolorosas de todo tipo. Los insecticidas, tóxicos y venenos contaminarán las
aguas subterráneas que ustedes beben y que manipulamos en la fumigación para la
erradicación del gusano y plagas. Son narcóticos y venenos muy fuertes que
degeneran los cromosomas humanos, devastadores y catastróficos como las plagas
tropicales que dañan el algodón, actoras de terribles deterioros en la biología
del ser humano, horrorosos y catastróficos a la naturaleza”-. En menos de lo
que canta un gallo; los cosecheros, recolectores y agricultores de algodón, lo
informaron en el Centro de Acopio de toda esa vasta, fértil y rica región, que
era Codazzi. Se supo en el Banco Ganadero, en el mercado de matalotaje surtido
por Maicao, en los círculos sociales y de politiqueros corruptos; en la
población flotante trabajadora, en épocas de cosecha, que representaba un
desplazamiento de fuerza de trabajo social y familiar, arrollador y entusiasta;
pero, especialmente; en donde más se vivía del producido de esa gigante fuerza
laboral campesina: EN LAS CASAS DE CITAS DE CODAZZI. En donde el ambiente diario
era de bailoteo entre prostitutas y envilecidos del bajo mundo, de gozo
aparente y carnavalesco, de fiesta, bullicio; erotismo mundano anal y clítoris
en pública subasta, al servicio de comerciantes del sexo.
Historias
de miseria humana, de tragedias irracionalmente amorosas como consecuencia de
la violencia social y política, de recuerdos sobre familias enteras asesinadas,
de propiedades despojadas, de suicidios abominables por hambre, frustración y
desempleo, etc.; eran escoltadas con música Vallenata de Alfredo Gutiérrez,
Calixto Ochoa; Alejandro Durán, etc., con tangos arrabaleros y rancheras
despechadas. Un verdadero lupanar y mancebía en aquellos irrepetibles años
setentas — ochentas en Codazzi, el municipio más rico de Colombia, en épocas de
bonanza algodonera.- José, el Supervisor de cultivos en la hacienda
referenciada, era cabrón de Amelia, una Médica de Pamplona, que terminó en ese
ambiente de alcoholismo, contrabando y drogadicción por desilusión y baja
autoestima, debido a que le asesinaron —, con corte de franela -, a su esposo y
a sus tres hijos, en la pequeña parcela donde Vivian y; a su vez, ella, era
amante de cosecha, de un militante del Ejercito de Liberación Nacional, que la
enseñó a pelear y defender a su gremio de románticas proletarias del amor, al
punto de organizarlas como líder y ponerlas a protestar ante el Alcalde
Municipal. Pero José, en intimidad con ella, tergiversó el mensaje de los
tóxicos del algodón, por analfabetismo. Le informó, que “en adelante los
recolectores del algodón quedarían sin yerga o pene y con sus tamacas o
testículos, no se alcanzaría ni a hacer un guiso de plátano vede. Que ella y
sus amigas, no tendrían trabajo sexual en adelante, pues el cáncer se las
comería a todas y los penes que quedaran bienhechores, sólo servirían para mear
si no había taponamiento por prostatitis; que los hombres y clientes
sobrevivientes al carcinoma y blenorragias, serían inhábiles y estériles.
Amelia se encolerizó, indujo y sacó de sus camas a todas sus amigas y
multitudinariamente, marcharon protestando a gritos y con fotografías de Carlos
Marx en sus manos, al Despacho del Señor Alcalde; a quien conocían muchísimo y
se habían gozado con sentimientos de naufragio y engaño, pues como politiquero
y carnalmente, era puro Bla — Bla- Bla; creyéndolo energiquísimo y cínico para
el amor; al punto de curarle un chancro sifilítico adquirido en su despacho a
media noche, con una que arrió banderas con él, en campaña, y que hizo pasar
como familiar, cuando en verdad era una de ellas. Todo esto se supo en las
Calles de Codazzi, aposentos y convites, y; al llegar a la Alcaldía , se le metieron
al Despacho sin autorización, amenazantes con zapatos descosidos de labriegos
del algodón, en manos; con cuchillos, macanas; barriles de cervezas y aguardientes;
perreros, aullidos y bramidos al puto de la alcaldía que les había subido las
tarifas y las engañaba a toda hora haciéndose pasar por muy macho, cuando lo
observaron con la canoa mojada, una noche que consumió marihuana con unos
amigos en una de sus alcobas; etc. Cuando llegó la policía que también era muy
conocida por ellas, le pidieron que hablara con el Gobernador y el Presidente
de la República ,
para que suspendieran las fumigaciones, por que ellas no podían quedar sin
clientela ni bollo fogoso.
Hace
siete años, cuando estuve por última vez en Codazzi, haciendo un Curso sobre
Gerencia y Liderazgo Empresarial, conocí a Amelia, ya rehabilitada, profesional
y culturalmente. Se trabajaron tantas variables y temáticas sociológicas, en
tres días, en APROCODA —: Asociación de Profesionales de Codazzi -; que en una
de ellas, cuando hice referencia a esta década de tanta bonanza, turbulencia
social y riqueza; Amelia, no pudo contener el llanto y al terminar el Curso,
ella; frente a un grupo de amigas, me dijo saliendo del auditorio: “Doctor,
usted no se puede ir de aquí, sin escuchar la historia de mi vida, por que esta
vieja, arrugada, indigna y desarticulada mujer, ha sufrido mucho y alguien debe
escribirlo, para que el mundo lo conozca” Tiempo después supe que el cáncer
evidentemente, había consumido a esta señora trabajadora, heroína y digna de la
supervivencia sociopolítica; que nace en la miseria y desventura humana de
nuestros deshumanizados días, estremecidos por la misma violencia que nos
sepulta y destruye.
FRANCISCO
BECERRA M.
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